El mensaje para el Día de Comedia del Arte
Alfonso Cipolla

Dedicatoria de Alfonso Cipolla
La comedia del arte sigue siendo para mí un misterio. O mejor dicho, sigue siendo un misterio lo que debía ser el arte de los cómicos.
Se han escrito bibliotecas enteras sobre la comedia improvisada: colecciones de guiones, lemas, tratados, repertorios iconográficos, conjeturas, reconstrucciones, análisis... Y fuera de las páginas de los libros, sobre el escenario, los proponentes de esa sabiduría antigua destilaban técnicas y codificaciones. Pero -porque el pero sigue ahí-, si quiero escuchar su corazón, imaginar cómo actuaban realmente aquellos actores sigue siendo para mí una nebulosa que sólo los recuerdos más antiguos intentan despejar. La suerte y un registro civil desgraciadamente inclemente me han hecho conocer, en tiempos ya pasados, a actores excepcionales, los últimos supervivientes de una raza nacida en los escenarios y no en las academias. Pienso en los actores de las farsas napolitanas, en los “callejeros” de la plaza, en los cómicos y los fantasiosos del Variety, en los titiriteros de campo nacidos en el arte que se sabían de memoria decenas de comedias sin haber leído ni una sola. Actuando sin actuar, fingiendo sin fingir y sin embargo siendo y no siendo al mismo tiempo, siendo uno mismo mientras interpretaban personajes. Actores extraordinarios, de hecho, que sabían hacer comer al público de sus manos, dominándolo.
¿Eran quizás un poco de todo esto aquellos cómicos? Probablemente, pero no es seguro.
Ciertamente eran actores profesionales, o más bien inventores de su propia profesión, que era tratada como una “profesión”, como cualquier otro artesano. Cada vez que, en años pasados, hablaba con algún anciano hijo de artista, la afirmación recurrente era siempre más o menos la misma: “Se hacía sólo para vivir”. El arte, tal como lo entendemos deformándolo, era algo completamente diferente para ellos, de hecho ni siquiera se lo contemplaba. Fueron las necesidades de la profesión las que dieron forma a la profesión, las que identificaron estrategias para poder "vivir" haciendo ese trabajo, construyendo estilos, dramaturgias, virtuosismos funcionales a la practicidad del hacer. El resultado -una destilación de experiencias- es el desarrollo de un lenguaje escénico universal en su inmediatez, tal que puede romper todas las barreras: sociales, culturales, lingüísticas. Esta es la verdadera fuerza de la commedia dell'arte que nos ofrece principios esenciales que van más allá de la codificación de modelos, que se proyectan en nuestro mundo contemporáneo, recordándonos (y este es su verdadero legado) que el teatro es comunidad e inclusión: demasiadas palabras hoy, a veces abusadas, pero es orgullo y debida necesidad salvaguardarlas, sin exhibirlas.
Alfonso Cipolla
Presidente del Instituto para los Bienes Títeres y el Teatro Popular y de la UNIMA Italia
Short Biography
Profesor de Teoría y Técnica de la Interpretación Escénica en el Conservatorio Superior de Música “G. Cantelli” de Novara, enseñó Teatro de Animación durante diez años en la Facultad de Letras y Filosofía de la Universidad de Turín. En 2001 fundó con Giovanni Moretti el Instituto para el Patrimonio de la Marioneta y el Teatro Popular del que es director, comisariando numerosos proyectos, exposiciones y publicaciones. Desde 2020 es presidente del Centro Nacional UNIMA (Union Internationale de la Marionnette). Durante cuarenta años ha sido crítico teatral, primero para la «Gazzetta del Popolo», luego para «Stampa Sera», y luego desde 1996 para «La Repubblica».