Message for the Commedia dell'Arte Day 2012

[Each year a person associated with the tradition of Commedia dell'Arte is invited to write a special message in honor of Commedia dell'Arte.  The message is translated and read at events around the world as well as published in newspapers and presented on radio and TV.]

Del teatro-fiesta

Miguel Romero Esteo. (Premio Europa 1985 de teatro. Estrasburgo, Consejo de Europa)

Lo que a escribir voy aquí en Málaga, en el extremo suroeste de Europa, y con África por ahí enfrente al otro lado de la mar, no son precisamente teorizaciones estéticas, que ya con ochenta años de edad soy más bien un viejo bastante escéptico, y no estoy ya como para estéticas y teorizaciones. De becario del bachillerato en un internado y colegio, en un olivarero pueblecito andaluz, y cuando todavía más o menos, chiquillo con pantalón corto y catorce años de edad, los frailes profesores me pasaron de muchacho futbolero a muchacho muy metido en el teatro escolar. En concreto, en el periodo de las vacaciones de Navidad, y mayormente para regocijo del alumnado, se montaban y ofrecían a un público vario – los becarios no íbamos a casa en las vacaciones navideñas – obras no menos varias de teatro. Comedias, claro está, y en las que a los muchachos futboleros nos metían de cabeza en el teatro cómico, acaso porque allí éramos el muchacherío como que más destraumatizado.  De la tal experiencia personal y en caliente a lo largo de variaos años, aprendí yo allí el núcleo puro y duro del arte del teatro: fascinar al público.

Y funcionaba. Pese a ser teatro amateur, nos metía en el cuerpo más placer que el fútbol, y nos planteábamos lógicamente como arte Grande el arte del Teatro, y no precisamente como arte menor. O dicho de otro modo, cada obra la montábamos como una muy preparada mecánica de “teatralidades” – o llámese la partitura, en jerga musicológica – y en plan de muy calculado artefacto con el que fascinar. Que los espectadores volvieran a verlo al día siguiente, y no se contentaran con sólo una sesión. O así el asunto, tal y como ahora yo lo recuerdo. Y que me marcó. Que yo luego a lo largo de mi vida, y tanto de espectador como de autor con respecto al teatro, me he mantenido impertérrito en el tal asunto del núcleo puro y duro. O sea, en un más o menos conflicto con el normal teatro usual. Y del que he venido huyendo como quien huye de la peste. Y tan tranquilo. O llámeselo típica y tópica relación de amor-odio. Y todos felices.

Desde el tal núcleo puro y duro del arte teatral, me parece como que bastante “desteatralizado” el normal teatro usual. Que de fascinar escaso, o más bien poco, o más bien ninguno y muy tranquilamente a la menor oportunidad. Salvo excepciones, evidentemente, y que muy de cuando en cuando, y más bien pocas. O que, y de mis años de muchos eventos teatrales, y qué lejos ya todo eso, la más bien única excepción me parece que fue – y que sigue siéndolo – la Commedia dell’Arte italiana. El famoso Piccolo Teatro de Milán nos la trajo a Madrid en un par de espectáculos, y lógicamente pues me fascinó. El núcleo puro y duro del arte del teatro por allí fulgurando en el escenario, y con mucho placer de los espectadores, y mucho el esplendor. Una gran explosión de teatralidades, o teatro-fiesta. Y todos felices. Lo dicho, la Commedia dell’Arte y dicho queda, y ufanos todos.

Yo estoy en que, y desde sus mismísimos orígenes, la Commedia dell’Arte va tranquilamente a contrapelo del solemne o solemnísimo teatro culto, normalmente lento y pesado, y que de “teatralidades” más bien escasas a la menor oportunidad. Y es que, con respecto al famoso binomio de la “forma” y el “fondo”, la Commedia dell’Arte tranquilamente está en que la “forma” – el cómo, en jerga de los expertos – es en el arte del teatro el auténtico “fondo”, lo básico y fundamental. O sea, y desde el tal binomio, una especie de Gran delito más o menos perverso. Y es que, en la tal perspectiva, y en crudo, el asunto va de que, paradójicamente, la superficie es el “fondo”. Y lógicamente el “fondo” pues, la superficie, y con razón, que al fin y al cabo el tan famosísimo “fondo” normalmente va de tópicos ya muy trajinados y en plan de meramente trucaje estructural, abstracciones de “teatralidad” más bien ninguna o escasa. Y superficiales porque tópicas. O llamémoslas superficiales en profundidad, y todos contentos. O que así el panorama.

O que, y si bien mirado, y como sabido es, en la paradoja es donde nos aflora descaradamente la realidad profunda y espesa. Lo cual pues, como nada más. Claro que todo esto muy bien pudieran no ser más que amables divagaciones de anciano. Con o sin incluir que en el famosísimo Shakespeare tampoco la “teatralidad” es como que demasiada. O en fin, que el teatro como arte perverso, o al menos en el caso de Teatro como arte Grande, pues tampoco está nada mal.

Miguel Romero Esteo.

Manifiesto Día Mundial de la Commedia dell’Arte 2012.